Revive Tour México 2019: seis días vertiginosos, por Javier Ojeda

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¿Cómo es la vida de los músicos de rock durante sus conciertos? ¿Qué pasa cuando se juntan para una gira por México músicos de bandas como Toreros Muertos, Amistades peligrosas, Tam Tam Go, Ella baila Sola, ¿Cómplices, Coti o Javier Ojeda? Pues te lo cuenta este último. Una historia de hace una semana sobre músicos de los 80 y 90 con mucho tequila, aeropuertos, camerinos y jet lag de la mano del cantante de Danza Invisible. Mejor que un directo de Instagram.

El Revive Tour (1) es un invento gestionado por Alberto Comesaña (ex Semen Up, Ex Amistades Peligrosas, etc.), que lleva ya muchos años organizando festivales de corte retro como “La Edad de oro del pop español”. Es viejo conocido y siempre que me ha llamado me ha tratado con una cordialidad exquisita; hace siete años fui a Perú por primera vez gracias a él, que lleva tiempo buscándose la vida por Latinoamérica, en donde tuvo algunos hits en países como Chile en la época de Amistades Peligrosas.

Al igual que en aquella ocasión, vamos varios vocalistas de los años 80-90 acompañados por una banda base, un formato un poco al estilo de lo que llaman “La Noche Movida Starlite” en Marbella, donde los cantantes interactuamos un poquito. La selección de artistas es, digamos, un poco incongruente: Cómplices, Ella Baila Sola, Nacho Campillo, Pablo Carbonell, Santi de la Banda del Capitán Inhumano, Alberto Comesaña y un servidor, con Coti y Áleks Syntek como artistas invitados avalando la historia. El póster no puede ser más horrendo:

 

 

Pero uno hace tiempo que ya ha dejado de preocuparse por historias de este tipo, a mí me interesa que la banda sea buena, en este caso de campanillas, y hacer mi trabajo lo mejor posible. Estas combinaciones de artistas que a mí me provocan extrañeza suelen gustar al público y ahí está la prueba en el éxito de giras como la de “Yo Fui a EGB”, por ejemplo. Así que buena parte del equipo nos encontramos en el aeropuerto de Madrid, donde tomamos unas cañas y ya comienzan a verse las afinidades personales: Pablo Carbonell viaja con su mánager, a quien todo el mundo conoce como “Zappa” y con quien al momento formo tándem festero; conozco también a muchos músicos de la banda y me encuentro animado y a gusto a pesar del resfriado con el que me voy.

 

 

 

27 DE FEBRERO

Llega todo el mundo reventado al hotel, donde nada más entrar nos cruzamos con Teo y María de Cómplices, que llegaron el día anterior. Ha sido un viaje Madrid-México DF-Monterrey de más de 15 horas (en mi caso más al venir desde Málaga) y a nuestra llegada, ay, no están terminadas las habitaciones. Cuando por fin las tenemos me encuentro con que no puedo abrir la maleta, el candado ha debido sufrir un golpe y he de llamar al hombre de mantenimiento para conseguir abrirla. Para colmo veo que al final el adaptador de corriente que llevo no funciona, aaargh, qué entrada.

Estamos en San Pedro Garza García, un municipio pegado a Monterrey que según me dicen es el sitio más rico de toda Latinoamérica. A mí no me acaba de gustar, es un rollo como tipo Los Ángeles, todo carreteras y edificios altísimos donde no apetece pasear en absoluto.

 

El hotel está pegado a un centro comercial gigantesco donde hay casi de todo, con las firmas que hay en todos los lugares del mundo: H&M, Zara, etc. También, eso sí, una serie de restaurantes fantásticos donde degusto la mejor comida mexicana que he probado hasta la fecha. En uno llamado “La Embajada” pasamos la jornada, entre tequilas y el Barça-Madrid de copa. A partir de las 18:00 la gente comienza dispersarse: al parecer a Pablo Carbonell ha debido atenderle un médico porque llegó completamente enfermo. ¡Con razón Zappa no me llamó para salir a tomar algo!

 

28 DE FEBRERO

Hoy sí hay trabajo. Nos citan a las 11:00 para la rueda de prensa donde me percato de que el médico que atendió a Carbonell hizo bien su trabajo: el cabrón no para de hablar y soltar una chorrada tras otra. También está Coti, al que no conocía mucho y que ha resultado ser para mí un gran descubrimiento personal, es tipo interesante, respetuoso y culto. Tras la rueda de prensa hago tiempo tomando unas cervezas hasta la hora del almuerzo, que hacemos en otro fantástico sitio llamado “Los Arbolitos”, marisco a la mexicana con muuuucho sabor.

Ya estamos en la prueba de sonido.

 

 

El Monterrey Arena es un auditorio muy grande con capacidad para unos 8000 espectadores, venimos avisados de antemano de que seguramente la cifra de asistentes no llegue a la mitad…

-Pero ¿y por qué no lo han puesto en un recinto más pequeño?

-Porque parte de la organización son los dueños de los Arena y por eso no les cuesta nada el alquiler.

Para estas cosas la veteranía es un grado. Y, creedme, a estas alturas a mí ya no me afecta casi nada. De hecho, hago una prueba de sonido tan enérgica que provoco las risas de mis compañeros. Hete aquí el montaje que hizo Teo Cardalda sobre un video que me hicieron sin que me diese cuenta:

 

 

De vuelta al hotel, una agradable sorpresa: una amiga del gran José Cortés “Wosky”, el fotógrafo, me ha mandado a la habitación una botella de tequila Corralejo, ¡bien! La prueba ha sido de unas cinco horas y apetece un poco de desparrame. Para más inri, Zappa ha hecho gestiones y los más malos de la troupe nos dedicamos al rock & roll. Me acuesto muy contento sobre las 01:00 para encontrarme con el maldito jet lag otra vez. A las 3:30 me despierto con los ojos como platos. Dios.

 

1 DE MARZO

El día del show en el Monterrey Arena. Al parecer he sido el único que no he descansado. Tras el desayuno me refugio en la habitación intentando conseguir algo de sueño pero apenas consigo quedarme adormilado una media hora más. Repetimos en Los Arbolitos. A mí el rollo tipo ceviche me encanta y nos hacemos un montón de fotos con el personal del restaurante. Cambio de ropa, chupitos de tequila en la habitación con espontáneos que aparecen por ahí y ya estamos en el Arena. Esta imagen convenientemente retocada por Pablo Carbonell (“El genio de la edición os entrega la foto arreglá”), ilustra el momento:

 

 

Es un buen show, aunque cometo un par de despistes sin importancia, seguramente por no haber dormido una mierda. Yo interpreto “Sabor de amor”, “A este lado de la carretera” y “Sin aliento”, que es realmente mi único hit por estas latitudes. También me uno a Nacho Campillo en “Atrapados en la red” y a Cómplices en “Seremos cómplices”, más una intervención puntual en “Malos tiempos para la lírica”. Lo bueno es que a pesar del resfriado estoy bien de voz y eso te da alas. Al final del show se suma Áleks Syntek, que es todo un ídolo allí. Converso con él y me cuenta que “Trasatlántico”,  el disco de duetos que hizo con varios artistas españoles (incluyéndome a mí) ha funcionado bastante bien por esas latitudes. Qué bien.

 

2 DE MARZO

Comienza en serio la vorágine. Debemos madrugar para coger el vuelo a México DF y a mí como que me da igual, porque con el maldito jet lag he vuelto a levantarme antes de tiempo, esta vez a las 5:30. Al llegar al aeropuerto nos encontramos con la desagradable sorpresa de que cancelan el vuelo por falta de visibilidad, maldición, y hemos de esperar al siguiente no menos de tres horas, maldita sea. Está todo el mundo hecho polvo. Menos mal que en ese momento emerge el mejor Pablo Carbonell para ambientar la espera con una absurda canción que ha compuesto sobre el surf en el río Manzanares y que nos interpreta en primicia así:

 

 

Por fin estamos en el DF, pero, aaargghhh, las maletas tardan en salir lo más grande, tanto como la duración del vuelo. Los planes cambian por completo, ya apenas tenemos tiempo para comer algo, cambiarnos en el hotel e ir corriendo a la prueba-concierto. Yo he quedado citado con unos amigos en la recepción del Hotel Presidente, casi me da un vuelco de emoción al ver a mi amigo Edi Plumed (a quien dediqué la canción “Besos al aire”) con Cristina, su esposa mexicana, a quienes llevaba varios años sin ver. Y cómo no, a mi hermanita Paula Gaviño, guitarrista y coros en mi banda durante el 2006-2011 y actualmente residente en Miami con su esposa Amanda. La última vez que nos vimos todos juntos fue en un enloquecido concierto en Benasque (Huesca) allá por el 2007. Vaya si ha llovido desde entonces.

Me llevo a Paula en la furgoneta de los cantantes. Le hace muchísima ilusión volver a cantar conmigo nada más y nada menos que en el gigantesco Arena Ciudad de México. En el trayecto puede comprobar cómo viene todo el mundo: Teo y Alberto duermen o lo intentan mientras yo hago lo que puedo para aguantar despierto. Al llegar nos hacemos esta foto para el recuerdo:

 

Me encanta tener a Paula por ahí. Su alegría y desvergüenza innatas contrastan con el mal humor imperante en el resto: el día de perros está haciendo mella en músicos y vocalistas y ahí es donde se nota a lo que tienen mejor carácter que otros. Comienzo a ver que la gente se crispa por gilipolleces. Los más serenos reposamos en camerinos y ocurre lo imposible: Javier Ojeda se duerme en un camerino por primera vez en 37 años de carrera. Así estábamos a dos horas del show:

 

 

Es uno de los días más duros que recuerdo. A la falta de sueño se suma el smog y la altitud del DF. La sensación de mareo triposo es importante. Al levantarme bruscamente me dicen que he dormido unos 30 minutos, estoy agobiado, la voz se me ha dormido y queda apenas una hora y media para el show. Me pongo un café enorme, me tomo una pastilla de jengibre que me ha dado Santi Inhumano y, albricias, veo que a Nacho Campillo se le ha ocurrido sacar la guitarra para ir calentando. Se le suma Toni Brunet, fabuloso guitarrista y cantante que ahora anda produciendo el próximo disco de Coque Malla (“creo que te va a gustar, es muy Elvis Costello”) y poco a poco voy entrando en calor. Cantamos temas de Beatles, Sam Cooke, Smokey Robinson… maravilla, tíos. Aunque mi recuerdo musical más bello me lo dieron ambos el día anterior con el “Helplessley hoping” de Crosby, Stills y Nash mientras yo pensaba que debería aprenderme la letra de esa canción tan hermosa. Nacho y Toni han tocado juntos en el pasado y se les nota una gran compenetración.

 

La música ha hecho el milagro. Salgo a escena como un miura y en mi opinión hago un show magnífico. Áleks Syntek me felicita personalmente -“es increíble cómo estás de físico y de voz”, dice- y estoy que me salgo. Me veo con Edi y Cristina en el backstage del Arena. Qué momento de felicidad señores. Uno de los técnicos del show se ha hecho amigo mío. Atiende al peculiar nombre de Jose Presiozo Peligro McFly “Pepe” y es él quien hace gestiones esa noche para solaz de Zappa y Pablo Carbonell, al que ese día veo por primera vez a gusto.

 

“Sabéis, Pablo es un crack, y sobre todo cuando se olvida de su personaje. Hoy está muy contento y ha congeniado mucho con la loca de mi amiga Paula, que no para de ver supuestos movimientos lésbicos en los camerinos adyacentes (Ella Baila Sola y las otras chicas del show). Cómo es mi Pauli, no hay quien la pare. Me siento agotado pero feliz. Alguno de los músicos anda rebotado aún con la actitud de alguno de los otros cantantes. Aquí mi prudencia me hace retirarme a tiempo para tomar una última copa con Edi y Paula enfrente del hotel. Jo, qué noche.

 

 

3 DE MARZO

En principio no habría mucho que añadir.  Me lo he pasado muy bien en general, ha sido todo muy loco y la combinación de personalidades era tan dispar como la de artistas. Apenas nos ha dado tiempo de hacer turismo, muy poco en Monterrey y nada en el DF. Por un error, resulta que yo he de volverme unas horas antes que el resto, cosa que en realidad no me importa porque estoy agotado y otra vez he vuelto a levantarme antes de tiempo y deseo ya llegar a casa. Una foto del elenco para el recuerdo:

 

…Decía que no había mucho que añadir: ¡pues sí! Yo que me creo experto viajero me despisto un poco a la salida y salgo 25 minutos tarde del hotel por una confusión que no viene a cuento relatar. No pasa nada, voy con tiempo. Llegamos bien al aeropuerto y cuando voy a facturar me piden la tarjeta de emigración. Horror, no la encuentro por ningún lado. Rápido, diríjase usted a la Oficina de Emigración y solicite que le sellen este documento para poder salir del país. Dios, cómo se me ha podido olvidar. Corriendo por el aeropuerto llego a la oficina, le expongo a la oficial que he extraviado el documento, relleno un impreso, firme usted aquí, diríjase a caja y espere. Ay, que pierdo el vuelo. Ya puede usted pasar, son 575 pesos (unos 27 euros), ay lo siento, no admitimos tarjeta, ha de ser en efectivo, diríjase al cajero, ¿dónde está? Que no llego por dios. Saco dinero, mierda, NO SE PUEDE SACAR 600, solo 500 o mil, ¿acepta usted la comisión? Que sí, demonios, venga ya. Saco el dinero, se me ha colado una señora, ay, por fin me atienden y me dirijo a la facturación con todos los documentos pertinentes.

He llegado de milagro. Por fin en el avión me doy cuenta de que, ay no, con las prisas me he dejado la tarjeta de crédito en el cajero. NOOOOOO. Desde el mismo avión llamo a casa para que me bloqueen la tarjeta, vaya dos horas finales en el país, siempre me ocurren cosas raras aquí.

 

Me vuelvo deseando volver, a ser posible con mi banda de solista o con Danza Invisible, cómo no. México es un país fascinante y tengo la impresión de que este viaje ha servido para mostrar que estoy en espléndido estado de forma (perdón por las flores). Uno disfruta de todos los formatos, pero no hay nada como ir con tu proyecto y no limitarte a los hits. Pero no me quejo, estoy viviendo los mejores años de mi carrera y sobre todo tengo grandes, grandísimos amigos.

Lo de la llegada a Madrid y el caos de AENA, la peor imagen que puede dar un país como recibimiento a los viajeros, es para escribir todo un blog aparte. Pero deseo terminar con buen sabor de boca, así que ¡hasta siempre México!

 

(1). El Revive Tour 19 tuvo lugar en Monterrey y México DF los pasados 1 y 2 de marzo.

 

 

 

 



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