Orgullo & piedad, por Josele Sangüesa

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Este próximo 28 de septiembre, en el Pabellón Martín Carpena, Joaquín Sabina actuará frente a sus fans malagueños dentro de la gira de promoción de su último disco, Lo niego todo. A sus 68 años, ya después de haber dejado atrás sus problemas de salud, tras veinticinco discos, entre estudio, recopilatorios y directos, el poeta-cantante que más discos ha vendido en la historia de la música española vuelve a los ruedos. Y uno de sus epígonos, aunque sea a la contra, el músico y escritor Josele Sangüesa tira de una de sus canciones, Quién más quien menos, donde Sabina hace confesión de lo que se metió por la nariz, lo que hizo en aquellas 500 noches y sus consecuencias, y lo retrata y contextualiza. O lo intenta, que Sabina es mucho Sabina. Pero Sangüesa.. déjatelo ahí, ¿eh?

Las navajas cortan, los ríos mojan,

los ácidos manchan y las drogas dan calambres.

Las pistolas están prohibidas, las sogas fallan,

 el gas huele que apesta, la vida no está tan mal.

Dorothy Parker

 

Quien más quien menos me parece la mejor canción del último disco de  Sabina. Aunque eso no es tan relevante como la tierna transparencia con que ilustra uno de los tópicos más definitorios del viejo rocanrol, el paseo por el lado salvaje. Esa flaca línea roja en que se rozan la autodestrucción con  el hedonismo, lo estúpido con  lo sublime.  A ojos del millennial es más que posible que eso sean vestigios del siglo pasado. Efigies de filatelia, los locos cacharros de unos viejos chalados. Pero en fin, ni que sea por mostrar un mínimo respeto a los mayores. 

 

 

Tan emboscado como desnudo en la metáfora, Sabina aborda en Q+Q- el  autorretrato del  artista popular como perfecto atleta de la propia ruina. La técnica es simple : enumerar un inventario de hazañas concebidas como autosacrificio ritual anduve en el filo por todos vosotros,  lo hice por el bien de nuestra lírica, etcétera-.  De tal manera, el  lugar común – de candombe en la hecatombe y un tiro porque me toca – se acaba revelando como una reivindicación  pública  del mártir. En paralelo, Pajarito & sonría, el  lema de los viejos fotógrafos, se  convierte en algo así como Pajarito & asuste e impresione. Básicamente porque Sabina quiere recalcar que él fue más lejos que el resto de los mortales, entre los que se encuentra su público.  A ver, el tema de la autodestrucción como tópico literario da para mucho, pero es que ahora no puedo estar por todo.  Simplemente diré  que me parece uno  de los frutos más perfectos de la combinación Arte + Sociedad de consumo. Convertir el despojo de uno mismo en mercancía es una estrategia digna de elogio, y sería oportuno ilustrar la cuestión con el viejo adagio de Joseph Schumpeter: “ El proceso de Destrucción Creadora es el hecho esencial del capitalismo”.

Aunque para mí el mejor argumento sobre la autodestrucción concebida como justa poética y competición es este de Lou Reed (3.27).

 

 

El periodista le inquiere por su canción Heroine y Lou empieza a responder más o menos lo de siempre. Que la cuestión era  provocar al burgués.  Que no se trataba de un posicionamiento a favor o contra del consumo de drogas, sino de una descripción neutral del  hecho. Que si el rock es una música poderosa & blablabla. Hasta que corta de repente y va directo al meollo del asunto. Se pone a parodiar a Frank Sinatra (  I get no kicks for champagne, I get no kicks for cocaine…) y luego sentencia: “ Oh, muy divertido, gracias. En cambio esto ( la heroína ) era ( yergue el antebrazo, cierra el puño  ) Pum-Pum”. Poder. Porque el tamaño sí importa, beibe. Y si así son las cosas yo seré para ti el que la tiene más larga, la polla & la vena, Pum-Pum.

 

En la canción de Sabina la cuestión adquiere matices de tremenda índole, que diría el cubano,  y que  observaremos de un modo más claro al confrontarla con uno de sus grandes éxitos, Contigo. Yo no quiero un amor civilizado, mecheros en alto y etcétera. Okei, vayamos a estos versos:  Yo no quiero ni libre ni ocupado / ni carne ni pecado/  ni orgullo ni piedad.  Veinte años más tarde, y al presentar su CV tóxico como solicitud al derecho a una merecida tregua, Sabina lo que quiere, proclama y reclama es precisamente eso, orgullo & piedad. Hay algo bellamente impúdico en esa demanda, por dejar a la vista un candor otoñal en carne viva que viene a decir Besad mi anillo. Y es tanta la ternura contenida en ese gesto que ahora lo de menos sería dirimir si cabe atribuírselo al otoño o al patriarca.

Pero volvamos al tema. Quien más quien menos sabe que Contigo es un manifiesto en contra del amor convencional que, no obstante, está dedicado a una  mujer. Un escrito en la hoja de reclamaciones del amor con un destinatario y un mensaje: Te quiero pero no te puedo querer como querría por culpa del amor. En circunstancias así, el dramatis personae a escala natural  puede salir bastante malparado, a qué engañarse. La musa basada en hechos reales  acostumbra a quedar hecha un trapo y con mueca de mejor no lo intenten en casa. En fin, cualquiera puede imaginar las condiciones objetivas en que están hechas canciones como esa. Y si no se lo  puede imaginar, que eche mano de alguna de las bíos de Sabina. La cuestión vendría a resumirse en esta escena tipo:  sin haber dormido, el poeta llega a una cita dos veces postergada por él mismo. Su novia habría transigido a ambas cancelaciones por haber tomado una  decisión firme, irrenunciable y definitiva. Lo nuestro – lo suyo se ha terminadoDe una vez por todas. Así que afrontaremos ese último encuentro con el sabor amargo del spoiler. Tras un saludo frío y una vaga introducción, él recurre por enésima vez a sus coartadas poéticas. Tanto si son expuestas de una manera clara como abstrusa, siguen un mismo patrón: él necesita mucha nocheología para seguir enamorado del amor . Es por eso que  huele a colonia de  mujer. De otra mujer. Para poder así volcar sobre su amada todo el amor del mundo. Bueno, es lo que en términos de criminología da en llamarse hacer investigaciones paralelas. En el argot de la sostenibilidad , mantener viva la llama apostando por energías alternativas. Pero  en términos de movilidad se expresa de una forma más tajante: tú te estás tirando a todo lo que se menea. Chato. Así que es verosímil que, en un momento dado, ella le plante un bofetón, se levante y se vaya. Y que a él se le ocurra en ese mismo instante y toda del tirón la letra de Contigo. En fluvial y súbito download.  Y que entonces la escriba en lo primero que encuentre, una servilleta de papel, por ejemplo. Pues, como dijo el  sparring de Mike Tyson, siempre es mejor que la inspiración te pille trabajando.

 

 

Lo más curioso del caso es que Contigo, esa impugnación del amor canónico, haya acabado  convirtiéndose en  el himno de multitud de bodas, ya sea por lo civil o por la iglesia, y suene por un igual en enlaces veganos, celíacos o cárnicos, desde la alta sociedad del Club de Campo hasta el último tugurio villero de La Boca. Y morirme contigo si te matas y matarme contigo si te mueres … Todo lo cual vendría a  demostrar que a la peña le va mucho la marchita. La marchita de los otros, se entiende. Porque romántico siempre es lo que le pasa a los otros, como decía Mafalda . Y por eso a la peña ya le va bien que se lo susurre al oído quien lo conoce de primera mano.

Así que podríamos decir sin miedo a equivocarnos que una parte considerable de la población  de habla hispana ha bordado las sábanas de su tálamo nupcial con las noches de putas & farlopa de Sabina. Y los tranquimazines de su ex, las cosas como sean.  Y quien dice nupcial dice tálamo de hecho o con derecho a roce, claro, como quien dice tranquimazín dice diazepán, entiéndase. En fin, esa es la ingeniería interna de la copla, y lo que parece una paradoja  vendría a confirmar una lógica precisa. La chica que sufría el Sin ti inspiró una canción que se llamó Contigo. No obstante, no habría que caer en el error de considerar Q+Q- como una declaración de intenciones literarias. El  propósito de Sabina sería más simple, bien prosaico y más bien otro. Cobrarse la factura de la boda de todo hijo de vecino. Y bien que haría. A fin de cuentas, una factura de boda es el mejor Ars Poetica de un escritor de coplas que se precie. Okei,  esto es lo que me ha costado el día más feliz de vuestras  vidas (Meter un palo en la rueda de la fortuna, / bajar al sótano en busca de un mal consejo, / usar tus puñaladas como vacuna). O el mejor de vuestros polvos (Adivinar las cartas al adivino,  / apostar contra mí por no hacerme viejo / en la ruleta rusa de los casinos) . El albarán  ahí.  Bien detallado todo (Disfrazarse de sabio frente al espejo, / buscar dentro del alma lo que se esconde).  Estos son mis colores, este mi subtotal.

Tirando de ese hilo,  el orgullo legítimo no consistiría exactamente  en  yo me  drogué por el bien de la poesía popular, sino en algo de un alcance notablemente superior, y consecuencia lógica de lo primero.  Teniendo en cuenta que el número de hispanohablantes es de unos 400 millones a día de hoy, frente al pírrico 46 de España, y  que  la tasa de natalidad  relativa en lationamérica dobla la nuestra, en realidad la cosa iría de yo me jugué la vida por la continuidad de la especie. O sea, mi farlopa fue vuestro fertilizante. Ahí es nada. Por tanto, si en aquella escena memorable de Pulp Fiction, un Christopher Walken vestido de militar le explicaba a un niño la historia del reloj  que su difunto padre había  escondido en el conducto anal durante un largo encierro en una oscura celda del Vietnam del Sur, para luego dárselo a Walken y que él a su vez se lo entregara en ese mismo instante a su criaturita con gran solemnidad, y bajo el lema implícito del culo de papá al niño de sus ojos, es comprensible que Sabina nos regale su canción como diciendo mirad,  ahí lo tenéis,  lo mejor de vuestras vidas entró y salió por mi nariz. Y que tal cosa fuera estrictamente cierta es menos importante que el Ahí queda eso considerado como una de las Bellas Artes.

 

 

Vamos con la piedad. En Q+Q- se dan la mano la  declaración de los  viejos principios  con la constatación de los nuevos finales.  Y así, en  su particular drugs don’t work, cada vez que Sabina repite ni un paso atrás,  puede leerse en sus labios lo que eso significa exactamente: ni un paso adelante. Se acabó lo que se daba, eso es todo amigos, la fiesta terminó. Okei, consideremos por un instante el impulso autodestructivo como una sofisticación de la vanidad & el egotismo ( por más que lo intento, no logro acabar conmigo). Llegado el momento de detener definitivamente ese impulso, y frente a la certeza fatídica (mi  yo ilimitado acaba aquí), es  legítima la demanda de piedad. Del mismo modo que fue lógica la exaltación del orgullo frente a esta simple ecuación: si me perdoné la vida,  ¿ cómo no voy a perdonárosla a vosotros ?

Con un pie en la piedad, otro pie en el orgullo, y frente a la amenaza de una  luxación, cualquier tipo mínimamente civilizado optaría por el  desdoblamiento. Es un tema recurrente en la obra de  Sabina, que ha dado lugar a obras notables . Y si por un lado , el desdoblamiento  es consustancial a la retórica del consumo de drogas, también lo será en Q+Q-, al ser mostrado explícitamente como vía de autodestrucción.  Es decir, por volver a representar la figura del artista como soldado en su contra, a un mismo tiempo albañil  y habitante del paraíso artificial, púgil y saco de box.  Así, en la tesitura de tirar la toalla, es lógico que el desdoblamiento se traduzca también en autocrítica. Entre otros motivos, por  el tiempo perdido. Me explico. La lírica de Sabina nunca ha mostrado un excesivo interés en los paisajes interiores del viaje psicoactivo, sino más bien en sus paisanajes, el costumbrismo congregado alrededor del polvo de todo color & textura. Hay  pocas alusiones en su obra  a  los efectos  de ese viaje , y está por tanto en las antípodas de la poética de la  abstracción de un Antonio Vega, con ese impresionismo minucioso volcado en los mapas  del punto de fuga (el sitio de su  recreo, los océanos de sol, la anatomía de una ola… ). En cambio, en el caso de Sabina, la alusión a la droga suele darse como un marco de comportamiento colectivo, un mínimo común denominador. Un fondo sobre el que se perfilan las siluetas  para que el  esperpento sea  hábito & norma .

 

Una noché entré en un after hour madrileño lleno de putas en toda regla y putas amateurs, chorizos, camellos y lumpen en general. Allí ligué con una “ señorita de las que fuman” bastante ajada, de unos cincuenta años. A la expedición a un hotel por horas se unió un amigo de ella, el enano del bombero torero. Pedimos champán. Recuerdo que la puta me atacaba y yo no me defendía. Hubo un momento en el que me di cuenta de que habíamos alcanzado tal grado de descontrol y de desastre que me dije: “ Como te descuides, Joaquín, el enano te echa un polvo”. Con la excusa de ir a mear me largué de allí a la francesa». ( Sabina en carne viva: Yo también sé jugarme la boca. Javier Menéndez Flores, Joaquín Sabina. Ediciones B).

Así las cosas, la autocrítica  sería previsible. Dada la capacidad de observación & síntesis de un tipo como Sabina, hubiera bastado con la mitad de trabajo de campo para la descripción de ese tipo de escenas. La mitad de drogas, la mitad de dinero, incluso la mitad de la mitad. Aunque cuando la autocrítica ahoga, uno siempre puede buscarse atajos por los que escapar: ¿cómo trazar los  personajes sin compartir su trama? O, dicho a la manera de Camarón &  Kiko, ¿cómo no entretenerse por el camino?     

 

 

En fin, que Sabina ha vuelto y toca el día 28 en Málaga. Sobre su último disco, Lo niego todo,  pues la verdad es que aún no sé si fu o fa. Contiene versos memorables y otros que no tanto. Aunque algunos de estos últimos tampoco podrían ser olvidables, por  tratarse de  antiguos motivos más o menos tuneados, movidos de sitio o pasados por el retrovisor. Sus fans aducirán que Sabina siempre ha practicado la intertextualidad frente al espejo, mientras sus detractores quizás  contesten que la autocita no es exactamente igual que el copypaste. Pero nada de eso importa demasiado. Lo único relevante es que Sabina ha vuelto. Que Leiva & Prado han pasado a ingresar en el sagrado olimpo de la franquicia artística en la sombra junto a Hanna & Barbera, Leiber & Stoller o el Charlie de Los Ángeles de.  Y que mano a mano han obrado el milagro. Gracias a ellos, la verdadera obra es el regreso y la hazaña es sortear al propio creador como obstáculo a sí mismo. En fin, es fácil imaginar a Sabina con cuadernos repletos de notas como para cubrir diez discos. Dobles. También con un listado interminable de cautelas, recelos, resistencias y pánicos. Dado que es posible que algunos de ellos estén perfectamente razonados, la hazaña estribará en volver a buscar la sinrazón. Pues lo heroico es Fitzcarraldo remontando el Amazonas del artista en sus penúltimos intentos. De vez en cuando, oírlo cribar oro a regañadientes. Y decirle a ver, repite eso. Aunque quizás podría atisbarse la dimensión real de la epopeya  jugando a adivinar posibles  títulos descartados para el disco (Por Dios, trata de arrancarlo, Preferiría no hacerlo, Si hay que grabar se graba, pero grabar por grabar es tontería…). Y al final ahí está el final feliz. The brand is back on top, a veces Hacendado, a veces Prémium, pero siempre Sabina.

Pues eso, que vayan a verlo el jueves al Martín Carpena. Porque llega a la ciudad el enésimo circo del canto del cisne con el núbil candor de un primer acto. Y si, como dijo Calamaro, somos de una especie que desaparece, prolongaremos con gusto el largo adiós.

 

 

 



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