Morente: el caudal que siempre crece. Por Pepi Bauló

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El pasado 7 de junio se inauguró una muestra temporal en el Museo Picasso de Barcelona que bajo el título EN EL NOMBRE DEL PADRE recoge el eco de una performance realizada días antes en el Museo con todos los integrantes vivos de la familia del cantaor Enrique Morente, una pieza audiovisual titulada Compases, silencios y libertad. En ella se establecen las relaciones entre el flamenco, Picasso, los Morente, Velázquez y sus Meninas. Una de nuestras corresponsales en Barcelona, la escritora, publicista y gestora cultural Pepi Bauló fue una de las escasas elegidas para asistir en directo a la performance original. En este artículo nos enseña y cuenta lo que pasó en aquella sala para después ir revelando el enorme peso que Enrique Morente -fallecido hace casi diez años ya- ha tenido y sigue teniendo a través de su saga a la hora de establecer puentes entre géneros, épocas, generaciones y artistas y crear nuevos territorios de diálogo artístico. H.M.

 

 

Morente: el caudal que siempre crece

Por Pepi Bauló

 
Hijos míos: os dejo una granada
que se ha abierto en el cuenco de mis manos;
trae fuego y agua juntos
cada uno de sus granos.

Yo vuelvo a donde nace la granada:
a la raíz del fuego,
hacia la luz del agua.

Santiago Auserón
Réquiem por el cantaor de los poetas, de Enric Palomar

 

 

Una mañanita de mayo, como esas que cantaba Lope de Vega, recibes un mensaje de Anna Guarro del Museo Picasso de Barcelona. A cualquier cosa que te proponga Anna hay que responderle con un sí rotundo y sin condiciones porque siempre se tratará de un tema interesante.

Y vaya si esta vez se cumplirían con creces las expectativas. Al día siguiente, a las seis de la tarde, fuimos convocados a las puertas del museo de la palaciega calle Moncada. No sabíamos qué era lo que íbamos a ver, solo que tenía que ver con Enrique Morente, el cantaor fallecido hace ya nueve largos años. Varios cámaras y fotógrafos nos rodean pacíficamente documentando nuestra lógica inquietud. Saludos y conversaciones apresuradas. Tras la firma de un documento de cesión de imagen, pudimos acceder por las escaleras de piedra al primer piso del museo. Chocante visión de las salas vacías de visitantes que duró unos minutos. Al poco, comenzamos a entrar en uno los espacios de la exposición permanente. Se nos pidió que, en silencio, nos colocásemos en fila corrida dando la espalda a las paredes, en las que se exhibe la serie Meninas que Picasso pintó en 1961, y mirando al interior de la sala.

Foto David Airob

Allí, inmóviles y dispuestos irregularmente, se encontraban varios personajes que fuimos identificando con creciente sorpresa. Las más reconocibles eran: la bailaora Aurora Carbonell, esposa de Morente, y Soleá, su hija pequeña, estaba sentada con el cuerpo atrapado en la falda de un miriñaque. Expectación rota por el ladrido de un perro. Y otra de las hijas, Estrella Morente, surge de un rincón arrastrándose hacia al centro.

Comienza a cantar y… el resto de la performance puede verse en el video de la exposición. Son pocos minutos, pero intensos, los suficientes para que el público asistente sintiéramos el cálido escalofrío de la presencia del cantaor, para que el público que vea la pieza intuya la fuerza de las ideas cuando las transmiten el tesón y la sangre. La fuerza de la obra de Morente, entraña y pensamiento, que siempre consigue atravesar el tiempo, vencer el olvido para volver a vibrar en nuestros oídos y erizarnos la piel.

Foto David Airob

Los asistentes nos arremolinamos entorno a la familia para hablarles y felicitarles por el singular ritual que acabamos de presenciar. Ahora sí, identificamos bien a los miembros que se han actuado: Aurora Carbonell, Antonio Carbonell, Victoria Carbonell, Javier Conde, Ángel Gabarre, Popo Gabarre, Ana Manso, Aitana March, Pepe Montoyita, Estrella Morente, Soleá Morente, Kiki Morente, Rosario Muñoz, Álvaro de Torre y Paco Zeta. Los periodistas ganan la partida y se los “llevan” para las fotos y preguntas de rigor. Aun así, podemos dar algún abrazo y salimos a la calle con una sensación bonita, bonita en el cuerpo. Una vez más, Morente nos conecta con la esencia de su figura. Y esto es solo el entrante de una nueva cita pues, finalmente, se nos ha desvelado el motivo de la velada: sabemos que el rodaje de la performance formará parte de una exposición temporal inmediata… Todo encaja, ahora a esperar.

 

Herederos del hambre

“Los pinceles de Velázquez, los ojos de Picasso y el cante de Morente” es el mantra que guía la escenificación familiar. De herencia y vínculos familiares: de eso trata de la exposición temporal EN EL NOMBRE DEL PADRE de la que esta pieza audiovisual, titulada Compases, silencios y libertad, entrará formar parte a partir del día 7 de junio.

En ella se ha querido homenajear a Picasso a través de sus discípulos. Pero no unos discípulos que se hayan limitado a aprender su técnica, a trabajar su legado hasta emular su maestría. Aquí se han buscado hombres y mujeres que han heredado la curiosidad voraz, el descaro, del hambre de explorar… Así el PADRE se convierte también en el acicate, la espuela, el latiguillo de la creación que necesita de irreverencia y desobediencia tanto como de admiración y amor.

Como asegura Rosa Martínez, comisaria de la muestra, esta trata de “explicar cómo los artistas actuales pueden ver a Picasso como un padre al cual deben respeto, pero también cómo reflexionan sobre su influencia patriarcal y cómo son capaces de deconstruir y reinterpretar su obra desde nuevos paradigmas y perspectivas”.

Leo las palabras de Rosa e, irremediablemente, se me llena el recuerdo de, cómo no, las imágenes del documental de Emilio Ruiz Barrachina: Morente (2011). Allí hablaba el Maestro, tranquila, sosegadamente sobre su vida, el flamenco, la familia, la genialidad de Picasso y su historia de amistad con el barbero Eugenio Arias.

Allí, estirado en el suelo, delante del Guernica, con un pañuelo azul cielo al cuello y con una americana negra que en la espalda traía dibujados con pintura blanca los grandiosos ojos hechiceros de Picasso. Esos ojos, tan y tan comentados, ese casi tópico icónico de los ojos del niño malagueño. Ese Pantocrátor en la espalda, la mirada del Padre. Sobre la espalda, como una mochila de pasado y tradición, que pesa, claro que ha de pesar. Pero también, yo lo veo así, como unas alas a la espalda para alzar el vuelo. El revuelo. Espaldarazo del Padre.

La americana negra es una de las piezas de la exposición. Me impresionó tanto verla colgada en el vacío de una de las salas. Quería haber hecho una foto personalmente de esos Los ojos de Picasso en esa tela pintada a mano por Aurora Carbonell, pero no pude. O preferí no hacerlo. Sí que he guardado la foto de Aurora, su viuda, contemplando la prenda. Ella forma parte de la historia. Ella comparte el legado Morente desde una conversación íntima y, mal que le pese a la muerte enamorada, ininterrumpida.

Foto David Airob

 

Voy camino de noche

por un sembrado

y los cantes se suben

a mis zapatos.

Voy camino de noche

por la calleja,

olvidando mi nombre

de puerta en puerta.

¡Sal de tu embozo, sombra,

sal de tu embozo!

Y si me traes misterios,

sean de gozo.

DIÁLOGO ENTRE EL CANTAOR Y SU SOMBRA

Santiago Auserón

Para el Réquiem por el cantaor de los poetas de Enric Palomar

 

 

El resto de trabajos que pueden contemplarse en la exposición pertenecen a Cristina Lucas, Daniel García-Andújar, Eulalia Valldosera, Miquel Barceló, Pilar Albarracín, Santiago Sierra.

Podremos ver una forma de cicatriz histórica en el bordado España y el Rif 1939 de Cristina Lucas. La memoria empapelada de la ideología política del pintor en Guernica. Picasso comunista de Daniel G. Andújar. Como Elo Vega y Rogelio López Cuenca han clonado el concepto Picasso hasta reducirlo a simple marca en un mundo global, cegado por las imágenes. El poderosísimo cartel de la corrida de toros del 25 de septiembre de 2011 en la Monumental de Barcelona de Miquel Barceló. La famosa paloma de la paz de Picasso, donada por él al Congreso de Partidarios de la Paz de 1949, es reinterpretada en dos obras de la artista Pilar Albarracín: la escultura Paloma de la guerra y el vídeo El origen de la nada. Línea de 160 cm tatuada sobre cuatro personas de Santiago Serra que reflexiona sobre la prostitución como alquiler de los cuerpos. Un Minotauro de Tania Berta Judith nos habla de la domesticación del monstruo. Eulalia Valldosera participa de la muestra con la instalación con dos ánforas de cerámica, doble videoproyección y audio en We Are All One Body [Somos un solo cuerpo] y con Los otros invisibles II performance en la que sintoniza con el espíritu de la última de las esposas de Picasso, Jacqueline Roque, para explicar su historia por persona interpuesta.

En palabras de Emmanuel Guigon, director del Museo Picasso de Barcelona: “La exposición que ahora presentamos reúne una selección de obras de algunos de los artistas contemporáneos nacionales más destacados, en la que, desde diferentes perspectivas, de manera crítica y celebratoria, se explora la complejidad del legado artístico e ideológico de Pablo Picasso entendido como referente ineludible. La firme posición política del artista, su constante experimentación con los lenguajes artísticos, su relación con las mujeres como modelos y también como objetos de deseo, los efectos de su fama y la explotación turística y comercial de su nombre son algunos de los múltiples aspectos tratados en la muestra”.

 

El Morente de mi padre

Exceptuando la desgracia de haberlos perdido a ambos demasiado pronto, he tenido suerte con mi padre, Jaime, y con Enrique Morente. Mi padre es uno de los máximos culpables de mi amor a la cultura, especialmente a la música, a la pintura y a la poesía. Él era un niño de la guerra, niño huérfano de padre para más señas, que trabajó desde los ocho años y que no tuvo más estudios que los que se procuró en horas de sacrificio autodidacta. Él fue el primero en hablarme de flamenco, en mencionarme a un cantaor granadino que se atrevía con todo y a hablarme de una peña flamenca en el barrio de Verdum, actual Nou Barris, que llevaba su nombre. Me contó que era un cantaor diferente, moderno. Hoy me hace sonreír que lo calificara así: moderno. “Uno que canta como los poetas escriben: con todo lo que tiene dentro. No te lo pierdas.” Y no me lo perdí. Hasta el último momento, no le perdí. Hasta 2010, un año imborrable por muchos motivos. Para empezar, el genio había protagonizado con el grupo de rock alternativo Sonic Youth, con quienes ya había colaborado en 2005, una performance tremenda en el Centro Dos de Mayo de Madrid, dejando a propios y extraños con la mandíbula desencajada por la sorpresa. Más tarde, el 6 de marzo de 2010, llegó su actuación en el recién rehabilitado Teatro Sagarra de Santa Coloma de Gramanet. Un concierto que ponía de la Primera Edición de Catalunya Arte Flamenco. Yo estaba emocionada por el verle precisamente en Santa Coloma, esa ciudad periférica y caótica donde mi familia ha vivido tanto tiempo y mi padre había muerto tres años antes, a los 67. Los dos días anteriores yo había estado en los dos conciertos que mi admirado amigo Santiago Auserón había dado en el Auditori de Barcelona. Sabía que Morente le había hablado alguna vez a Auserón de trabajar juntos. ¿Mis dos ídolos alguna vez en un mismo proyecto? Menudo sueño precioso. Ese 6 de marzo, mi cabeza estaba a punto de explotar entre emociones musicales, recuerdos e ilusiones en el porvenir. Al cabo de unos meses, Enrique moría en un hospital de Madrid por una complicación quirúrgica. A los 67 años.

Pruebas de paternidad

Ya ven que, hablando de Morente y de Picasso, no he podido evitar (tampoco lo he intentado) hablar de mi padre. El padre al que todo se le debe, el que todo lo puede, el que todo lo sabe… contra el que todo se ha de batallar, frente al que un día no se baja la cabeza ni se le da la mano porque uno ya es ¿mayor? “Pater” con su raíz latina se refiere al cabeza de familia, al que manda sobre todo lo de la casa, por su potestad y también al “pater” como sacerdote, el que ejerce el ministerio pastoral, es decir, el guía.

La paternidad, en un sentido ampliamente fecundo del término, parece completamente indisoluble del universo de estos hombres. En el caso de cantaor es inevitable subrayar que Morente fue en vida, y tras su desaparición, un río cuyas aguas crecen sin parar. Caudal que fluye y acoge afluentes desde todas las tierras y cielos. Escribe Gabriel Núñez Hervás, en la introducción a una entrevista con Soleá Morente: “¿Cómo se percibe la huella de un hombre en sus hijos? ¿Cómo se arma y construye una identidad impregnada de ecos dulces y antiguos sueños? ¿Cuánto llega a pesar una herencia tan rica, cuando se revela el legado, dónde se deposita el silencio?” Pero ¿cuántos hijos tiene el arte de Morente?

Además de los músicos que lo han acompañado y trabajado con él, además de las continuas manifestaciones artísticas de su familia como lo demuestran los trabajos de Estrella, Kiki y Soleá, además…  puedo atestiguar de qué manera surgen en su nombre decenas de creaciones y recreaciones. Cualquier hebra suelta del padre-maestro-amigo da lugar a un nuevo ovillo creativo. He tenido la suerte de conocer a Antonio Arias del grupo Lagartija Nick con quienes Morente pergeñó su magnífico Omega, a Mariola Membrives que en 2016 llevó a cabo una visitación de ese mismo trabajo en varios conciertos (el primero de ellos en La Térmica de Málaga) con distintas formaciones de flamenco-jazz, al compositor Enric Palomar creador del Réquiem por el cantaor de los poetas en el que participó Santiago Auserón con sus poemas y el cantaor Pere Martínez, al periodista y editor Gabriel Núñez Hervás artífice de tres excelentes números, dos de ellos monográficos, de la revista Boronía, al escritor y músico Bruno Galindo con su imprescindible libro sobre Omega (Lengua de Trapo, 2011), al compositor Joan Albert Amargós que puso música al Réquiem escrito por Juan Gómez, también con Pere Martínez como una de las voces, en un homenaje realizado bajo el auspicio del Taller de Musics de Barcelona, cuyo director, Luis Cabrera fue uno de los amigos y colaboradores más íntimos durante la etapa catalana de Morente, después y aún hoy, al cantante y compositor Javier Ruibal que compuso A Morente, una de las más bellas canciones dedicadas al cantaor para el homenaje MasMorente que se le rindió en la Sala La Riviera de Madrid en 2014, al director de cine José Sánchez-Montes que realizó Morente sueña la Alhambra (2005) y Omega (2016). Simplemente por mencionar a amigos y conocidos, pero la lista es muy grande. Solo en el documental Morente sueña la Alhambra, este ya interactuó con el guitarrista estadounidense Pat Metheny, la cantante alemana Ute Lemper y el cantante argelino Cheb Khaled. Pero a lo largo de su carrera cruzo caminos y proyectos con Agustín Carbonell Bola, Rafael Riqueni, José Manuel Cañizares, Pepe Habichuela, Juan Habichuela, Omar Faruk Tekbilek, Miguel Ochando, Los Planetas, Chambao, Niño Josele, Josemi Carmona, Tomatito, Orquesta Chekara de Tetuán, Vicente Amigo, Juan Ramón Caro, Dorantes o los mencionados Sonic Youth. Todo ello sin entrar a mencionar el trabajo de Los Planetas y Lagartija Nick como Los Evangelistas que requiere el inicio de un artículo nuevo. O sin asomarse siquiera a la corriente de sinergias que se levanta si abrimos las ventanas del trío Cohen-Lorca-Morente.

Decía Picasso: “Espero que lo que yo he hecho suscite algo muy distinto en quienes vengan detrás de mí”. Ya imagino su mirada paternal viendo al hijo artístico Morente, llegar detrás y ponerse al lado con un grito tan potente como la más potente de sus pinceladas. Nosotros vamos a dejarlo en este punto, vamos a recapitular que yo solo recibí una llamada de Ana Guarro del Museu Picasso de Barcelona y que ustedes solo venían a que les diéramos noticia de una exposición. Pues: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, les recomiendo verla. Amén.

 

EPITAFIO*

Para el Réquiem por el cantaor de los poetas

de Enric Palomar.

 

Cuando me echen a la tierra

No grites que no me vaya

El sol se pone y la luna

Enseguida se levanta

 

El cubo que saca el agua

Primero al pozo bajara

Semilla hundida en el suelo

Dará su fruto mañana

 

Deja que calle mi boca

Que al cielo puro se abra

No hay cajón que la contenga

Cantando se me va el alma

 

Santiago Auserón

Para el Réquiem por el cantaor de los poetas de Enric Palomar

 

*Adaptación de un poema de Rumi.

 

 

 

EN EL NOMBRE DEL PADRE.

En el Museu Picasso de Barcelona, sala Mauri, sala Meca, salón Neoclásico y sala 15 de la colección permanente. Del 7 de junio al 24 de septiembre de 2019



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